Proyecto del empresario turístico Eduardo Soler, esta joven bodega tiene una de las propuestas más originales de Mendoza. Se centra en variedades poco comunes en Argentina, como las mediterráneas garnacha y monastrell.
En su elaboración apuesta por la acidez, la poca extracción, el color débil, las cosechas tempranas y, en ocasiones, por la técnica de maceración carbónica en la que la uva fermenta en su baya. El resultado es que, dentro del estilo de vinos de frescor y tensión, sus tintos están entre los más radicales.
De uva 100% Garnacha negra, este vino de fermentación con levadura nativa está criado 50% en huevos de concreto sobre lías y 50% en barrica de tercer y cuarto uso roble francés de 225 litros por 6 meses. Luego 8 meses de crianza en botella.
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